miércoles, 1 de julio de 2015

Retratos



Quisiera escribir sobre este Buenos Aires que vive y transpira como lo hago yo, sus calles del sur que piso a diario, andadas, históricas, dejar constancia sobre la rutina y la no rutina de este tiempo que nos transcurre. 
Quiero contar como se cuela el invierno en la casa, se agarra de mis árboles, de mis ventanas y de mí inexplicablemente, pero también de los azahares en primavera, esa combinación de rosa y tronco natural tan hermosa como perfecta. El desorden de quién le toca aprender y aprender de golpe en golpe, apretando en una mano el arte que le da vida y en la otra histéricos relámpagos por resolver. Cotidianos, mientras empuña como puede un lápiz.
Los poemas que nunca escribiré se convertirán en humo, como yo, que seguramente me volveré tierra o cenizas. En el mejor de los casos algunos pocos, me traerán en recuerdos cada tanto o me pondrán voz. 
Tirarán mis retratos, mis cartas, mis viejas carteras que no soportan sino alguna generación con suerte; habría que trabajar demasiado para imprimirle valor emocional a mis objetos, a mis fotos y no hay tiempo ni certeza en ese azar. Quedarán sin embargo las prosas, versos de este aquí y ahora, cuadros unos cuantos y vidrios. Tal vez algún chispazo de tinta o un pensamiento imposible alguno guarde inmortal en el tiempo. Pero quedarán sobre todo y felizmente, mis libros, una biblioteca y espacios en blanco para que alguien más los intente bien llenar.


Texto y Fotografía, Andrea Valentina

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