Los que abrazan plantaron seguramente alguna vez un árbol, prenden soles a las sombras, les crecen los ojos por llorar de frente, atan sus monstruos. Se aturden a veces, pero no a otros, se aturden con el propio silencio cuando ahoga. Por la espalda nada, solo música y paciencia, ensanchan las ganas, ensanchan el camino, combaten los espejos transeúntes, desarman cuchillos, y tiemblan o se empapan frente a la esperanza y desesperanza con el mismo amor
La noche es una boca estrellada que ya no reniega de abrirse... "Visteme de dudas, deseo soñar para vivir todas las respuestas..."
domingo, 19 de octubre de 2014
Los que abrazan
Los que abrazan plantaron seguramente alguna vez un árbol, prenden soles a las sombras, les crecen los ojos por llorar de frente, atan sus monstruos. Se aturden a veces, pero no a otros, se aturden con el propio silencio cuando ahoga. Por la espalda nada, solo música y paciencia, ensanchan las ganas, ensanchan el camino, combaten los espejos transeúntes, desarman cuchillos, y tiemblan o se empapan frente a la esperanza y desesperanza con el mismo amor
lunes, 13 de octubre de 2014
El club de los sufridores
Soliloquio I
Cuando trato de montar nuevos significados a los propios que han nacido con las palabras y emplearlas a mi favor, algunas, como "aceptar", me llevan indefectiblemente a vos, se acoplan a la opulencia de esta historia y no hay manera de escapar al péndulo de las razones distantes. Los pezones de la vida siempre tientan, y aunque rallo las celdas de los miedos desdibujando límites, la memoria me devuelve una y otra vez a mis ajados deseos, a esos guerreros agotados que me abandonan sin saber bien porqué.
Cuando trato de montar nuevos significados a los propios que han nacido con las palabras y emplearlas a mi favor, algunas, como "aceptar", me llevan indefectiblemente a vos, se acoplan a la opulencia de esta historia y no hay manera de escapar al péndulo de las razones distantes. Los pezones de la vida siempre tientan, y aunque rallo las celdas de los miedos desdibujando límites, la memoria me devuelve una y otra vez a mis ajados deseos, a esos guerreros agotados que me abandonan sin saber bien porqué.
Asincronías dicen... horas cortadas por la madrugada, desenfoques de la vida que dejan a uno balbuceando un te amo los dias impares.
Desde esta cama, desde estos pájaros que cantan a la noche, desde mí o desde esta lluvia que no veo pero siento, cierro la mirada y acurruco toda desgana. Se me da bien caminar la noche, cerrar las manos, los parpados, las ventanas y porqué no también las puertas. Quizá sea necesario cruzar al monstruo íntimo del propio aquelarre, cruzar los dedos, los charcos que no lloro y a vos, cruzarte a vos. Unas sabanas me contienen entre tanta enumeración, y yo que no ando en pormenores, desde aquí, un alejado rinconcito del sur, me viajo a un lugar que elijo, esa idea fija de cordón y adoquín no me abandona ni en mis peores sueños... el largo aliento que vierte su tajada de luna cuarto menguante, me recuerda a mí como rebanadas en tu cama, ¿Entendés?
Solía volverme breve como una distracción circular, una loca colándome por tu espacio y vos riendo con tu objeto transicional que prometí nunca contar.
Yo, siempre tan hueco multiplicador de sucesivas formas suspendiéndome mínima en tu hondura, en tu oscura noche y sombría memoria.
Yo, siempre tan yo y tan vos a la vez...
Desde esta cama, desde estos pájaros que cantan a la noche, desde mí o desde esta lluvia que no veo pero siento, cierro la mirada y acurruco toda desgana. Se me da bien caminar la noche, cerrar las manos, los parpados, las ventanas y porqué no también las puertas. Quizá sea necesario cruzar al monstruo íntimo del propio aquelarre, cruzar los dedos, los charcos que no lloro y a vos, cruzarte a vos. Unas sabanas me contienen entre tanta enumeración, y yo que no ando en pormenores, desde aquí, un alejado rinconcito del sur, me viajo a un lugar que elijo, esa idea fija de cordón y adoquín no me abandona ni en mis peores sueños... el largo aliento que vierte su tajada de luna cuarto menguante, me recuerda a mí como rebanadas en tu cama, ¿Entendés?
Solía volverme breve como una distracción circular, una loca colándome por tu espacio y vos riendo con tu objeto transicional que prometí nunca contar.
Yo, siempre tan hueco multiplicador de sucesivas formas suspendiéndome mínima en tu hondura, en tu oscura noche y sombría memoria.
Yo, siempre tan yo y tan vos a la vez...
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