martes, 30 de junio de 2015

En las noches de mi ventanal el árbol aguarda. Esta esperando, desnudo se deja mecer, no abre su piel a los nuevos brotes, es invierno aún y lo sabe.

Te siento en mi plato de sopa barrenar contra la noche, contra las horas rumoreando al viento. Caminas palabras inagotables, nunca es de paso pisar la tierra de los caminos, disfrutar los pájaros y las profecías de colibríes que pocos conocen, menos vos.

Repaso los rostros de la manzana
veo el cóndor aún dormido 
la piedra primera hundiéndose indócil 
y un nuevo trozo de nube desnudo 
que también te sabe.

El cuerpo del amor surge sin certeza, son como dos manos que se abren, o cuatro que se enlazan en sortilegios y poemas, dos almas de alfarería dejando sueltas por fin las ganas.

Para llegar a este punto,
he quebrado algunas palabras opacas 
y soltado a tiempo remotas esperas 
he temblado la muerte de las leyendas 
y permitiéndome creer, he vuelto a soñar, 
he sentido la piel vital bajo la lluvia
y logré encender algunas caricias
He dado luz a muchas de mis sombras
y ahora vuelvo al lapicero y a danzar.


En las noches de mi ventanal el árbol aguarda. Esta esperando, desnudo se deja mecer, no abre su piel a los nuevos brotes, es invierno aún y lo sabe.


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