domingo, 28 de junio de 2015



A veces el amor es un mordisco al paraíso con forma cielo raso donde se transluce la noche. Del costado caen sobre mí, ecos de caricias como lluvia, es una tierna forma para deshacerte de las sombras que guarda el invierno. En tus brazos fuertes y cotidianos se sostienen mis tormentos, no tan grandes como alguna vez. 
Mis divagues se dejan en estas prosas nocturnas, aunque a veces se cuecen por la mañana. Y uno solo quisiera encontrarle la simpleza, las palabra justa para explicar como sostenes mi mundo; el mundo mayor entre tus pecas y sonrisas y ese arte de rima menor. 
Parpadean la lágrima, los pájaros, los floreros; los pétalos salen antes de sus semillas, nunca todo cantó así, inevitable, armonioso.
La mirada es una luz derramando complicidades, hacen ruido pero es de maderitas, de llamadores, cuando atrapan los sonidos del alma.


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