Escribo desde las piernas de esta cama
desde las tripas
desde mi jaula corriendo tras los pájaros.
Escribo sobre un extraño paraíso,
a una almohada caída
al desgarro de un florero familiar
y a los ríos llorando.
Pero el caudal es muy rápido para oír
y el canto demasiado ágil
para dejar de trepar a los árboles multiplicándose.
La sangre aletea un sabor a insomnio
pero la imaginación rompe el ruido
trae flores
y busca en las palabras
una forma y un lugar.
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