“En tu grave mundo de inseguridades, tropieza todo…
menos la pausa”
Entonces me topé con aquella frase de Porchia ¡y que bien lo decía!
Quien me tiene de un hilo no es fuerte, lo fuerte es el hilo
Cuando no te miro,
busco en el tumulto de momentos hacerte nacer,
se me ocurre crecerte como planta,
que desbordes de alguna repentina ventana que yo misma elijo,
pero tu voz desnuda, muda, nula; no se levanta.
Muere sin nacer o nace ahogada.
Me respira su verdad.
Entonces mis ojos hacen escala en algún infierno
que no se revela en la lengua
pero gime tempestades en la mujer que habito.
Una nube que se contrae o ensancha… la misma que se desarma en siluetas, sueños y metáforas crónicas.
Una mano abierta extinguiéndose que solo toca y desviste en plásticos de clicks o abraza la fina madera mientras chilla.
Soy, un barco que zarpa sin destino; en el a pesar y en el norecuerdo.
¡Y que se corrija la vida antes que a mi!