La noche es una boca estrellada que ya no reniega de abrirse... "Visteme de dudas, deseo soñar para vivir todas las respuestas..."
viernes, 16 de octubre de 2009
Hay un hombre escribiendo en sus huesos
Hallé un hombre
Escribiendo en sus huesos,
Sin lágrimas,
Atragantándose en saliva.
Hallé unos ojos,
Consumidos por el miedo
Y varias manos
Temblorosas sin justicia.
Hallé tristeza
Dolor, terror,
Encontré inocencia,
Pero no hallé rencor.
Una realidad cruda
Plagada en desprecio,
Hallé ego.
Y a ese hombre escribiendo…
En tinta sangre sus derechos.
Un mudo grito sin eco
Demasiado olvido,
Y la palabra MEMORIA
Tallada sobre sus huesos.
Insomnio a la Carta (El Placer)
“El placer es el bien mas real de esta vida”
Federico el grande
Recordando aquella máxima, cansados de vagar por las calles del olvido y agotando los peldaños de la mentira y el engaño,
decidieron -sin palabras- regresar por su bien.
Así fueron dejando aquietar el tiempo,
conviertiéndose en tierra y cielo.
Juráronse no volver a principios,
para no correr el riesgo
de encontrar un final…
Se entremezclaron
más allá de sus cuerpos,
apretados…
agitativos y vibrarozados.
Permanecieron en la carcobeante elevancia
Y entre etéreos rozamientos,
lúbricos y rugifragantes,
testamentaron
las bases de un nuevo amor.
Se consagraron animales justificados,
arrevezados
entre amores de ventosas
y pasiones de barquillos.
Fecundaron el placer como plagas
se devoraron…
Y en estimulaciones alborotosas,
Se elevaron a otros mundos.
se codearon con las estrellas
saludando a las monedas de sus días.
Y así,
fundiendo antiguas distancias
charlaron con la nocturna plateada
y el inmenso astro dorado.
Ella,
recostó sus labios sobre el,
estimulando cada rincón de su ser,
delineó a fuego muslos, musgos,
hasta llegar a su fiebre.
creó estragos.
desató fragores.
Y demorándose,
comenzó una nueva ascensión
a un torso casi invertebrado.
El, organizó un camino
de bersos, pájaros y vesos
sellando sin principio,
sin palabras, ni final
el nuevo amor.
Sorbió su nombre.
Y sediento, descubrió
dos vertientes rebasando néctar,
de sus senos.
Vastas y lujuriosas, sus manos
especularon, recorriéndose completos
caderas, hombros
esculpieron detalles
para morir en sus pulpas de vino,
y en la profundidad más inmensa
donde él,
intentaba retrasar su virilespermidad.
Dócil y raudos primero;
fueron marcando el compás;
raudos y dócil, después,
tomaron tono.
Y cabalgando
al unísono electroerógeno,
dejaron caer sus párpados gentiles,
para anidar en un pleorgasmo
donde constituyeron,
y mancillaron,
en realidad aquella máxima.
Fue un encuentro sin pausas.
La noche sin pacto,
Y la palabra exacta..
Allí donde recuperaron cada vieja deuda,
Intentando inventar… el destino del instante,
A costas de aquel viejo amor.
“Detén el tiempo en tus manos
Haz esta noche perpetua
Para que nunca se vaya de mi
Para que nunca amanezca.”
El reloj. Cantoral
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